lunes, 19 de mayo de 2008

El Sistema Económico Colonial.

ANTECEDENTES. La Conquista de América y el Capitalismo Moderno: La Conquista de América estuvo marcada desde sus inicios por el naciente capitalismo europeo. La doctrina mercantilista, imperante entonces, que preconizaba la acumulación de metales preciosos para el enriquecimiento nacional, hizo que capitanes de conquista y la propia Corona Castellana se sintieran inclinados a la búsqueda del oro y la plata en las tierras recién descubiertas. Toda la empresa de Conquista fue por eso un constante afán de encontrar el dorado metal, lo que no implica que el monarca y el conquistador olvidaran los demás valores involucrados en su conciencia. Eran éstos el afán evangelizador, y la gloria de las hazañas heroicas. El español que viene al Nuevo Mundo, noble o plebeyo, hidalgo o villano, rico o pobre, trae consigo su propia visión del mundo, que en este caso es una donde aparecen mezclados los dos tiempos: el Medioevo y el Renacimiento, la fe y el capitalismo. Por lo anterior, es que la cruz y la espada se unen con el oro y la mercancía. En cada una de las expediciones de conquista, que desde Cristóbal Colón se suceden, se encuentran presentes los símbolos mencionados. La propia hazaña del “Almirante de la Mar Océano” se encuadra dentro de este marco, si se piensa en los suculentos beneficios que éste y la Corona esperaban lograr.LA ACTIVIDAD ECONÓMICA.Los Lavaderos de Oro, Economía del Siglo XVI: Chile en el siglo XVI giró en torno a la minería del oro. A partir de Marga Marga, se explotaron lavaderos en el sur, como los de Valdivia, La Imperial, Villarrica y Osorno, más el de Quilacoya de gran producción. Hacia 1580 los recursos comienzan a agotarse y la economía del oro termina con el desastre de Curalaba que destruyó las ciudades de la zona donde estaban situados los más ricos lavaderos y la más abundante mano de obra.La Encomienda de Indios, Provisión de Mano de Obra Indígena: Los trabajos que demandaba la explotación de los lavaderos de oro eran enormes y éstos sólo podían ser realizados por los aborígenes del Nuevo Mundo. Para obtener la mano de obra necesaria, el español se valió de una antigua institución española y la aplicó con variantes en América: la encomienda. Esta consistía en entregar un grupo de indios a un capitán español, el cual percibía el tributo que el aborigen como súbdito del monarca castellano debía pagar a éste. Era pues la encomienda una merced que el Rey hacía a un español para que cobrara, en su nombre los tributos de los indígenas y como el indio era pobre y no tenía posibilidad de pagar en dinero tal tributo, debía pagar en trabajo. Así, la encomienda que había nacido como tributo, se transformó luego en una institución de servicio personal. De ese modo, el español no pagaba salario por el trabajo realizado y sólo debía dar al indio lo que la legislación consignaba. La encomienda era otorgada por dos vidas, es decir, para el titular y su inmediato heredero. Después era declarada vacante y concedida a nuevo benemérito. En la práctica, las familias se sucedieron en su goce durante muchas generaciones. Pero no debe creerse que la encomienda era entregada lisa y llanamente a un español; era necesario que éste cumpliera con ciertas obligaciones para con los indios y para con el Estado.Así, el titular de una encomienda estaba obligado a dar a los indios vestidos y sustento cuando trabajaban en sus minas. En los pueblos debía tener un clérigo para que adoctrinara y enseñara el catecismo a los aborígenes, cumpliendo de ese modo el afán evangelizador de España; estaba obligado además a defender el territorio donde estaban sus pueblos, reparar puentes, construir caminos y por último debía concurrir, cuando fuera necesario, a la guerra en defensa de su Rey. Las encomiendas entregadas durante el siglo XVI en Chile, estuvieron constituidas por un gran número de indios. En Santiago, hubo algunas que pasaron los 200, 300 ó 500 indios y en el Sur, donde la población era mayor, se elevaron sus contingentes sobre los 1.000 hombres. Pero los arduos trabajos ejecutados en las minas, el poco descanso, la mala alimentación que se les proporcionaba, la llegada de enfermedades nuevas, el desarraigo que les producían los frecuentes traslados de que eran objeto por el encomendero, terminaron por diezmarlos. La caída demográfica fue acelerándose cada vez más y más; el proceso de mestizaje que absorbió a muchos de ellos, y la poca importancia de la minería en los siglos que vienen, terminarán por dejar reducidas las antiguas y grandes encomiendas al misérrimo número de diez, cinco o dos personas. La poca importancia económica que tuvo en el siglo XVIII la encomienda, por las razones antes expuestas, la valoración del mestizaje como la nueva mano de obra agrícola y el desarrollo del comercio entre otros hechos provocaron que don Ambrosio O’Higgins las aboliera casi a fines del período colonial.La Regulación de las Encomiendas. Las Tasas: El trabajo del aborigen en las minas era difícil y las más de las veces se prestó para que el encomendero abusase de él. La Corona Castellana, consciente de esa realidad que a menudo le representaban los curas y misioneros, ordenó desde el primer momento protegerlos, surgiendo de ese modo una gran cantidad de normas legales que trataron de regular el trabajo de los naturales. Las primeras instrucciones destinadas a regular el trabajo de los naturales en las minas fueron dictadas por Pedro de Valdivia, y aunque éstas prescribían el servicio personal, regulaban la edad y normas del trabajo. El cuerpo jurídico más importante dictado durante este período fue, como ya se ha dicho, la Tasa de Santillán, puesta en ejecución bajo el gobierno de Don García Hurtado de Mendoza (1559). El cuerpo legal sancionado reguló el servicio personal, dándole una dimensión más humana. Disminuyó el número de personas que podían asistir a la mita minera y lo fijó en la sexta parte. El resto debía dedicarse a las labores agrícolas en su pueblo, pero la reforma más importante fue la creación del llamado sesmo de oro, que consistía en que el encomendero debía entregar al trabajador de la mina la sexta parte de lo que él extrajese de metal. La duración de la Tasa de Santillán en toda su integridad no fue demasiado larga y los gobernadores que reemplazaron a Hurtado de Mendoza la abolieron casi totalmente. En reemplazo de la Tasa de Santillán se dictó una nueva ordenanza, conocida ésta como la Tasa de Gamboa. En mayo de 1580, el gobernador interino Martín Ruiz de Gamboa, promulgaba la tasa que pretendía abolir definitivamente el servicio personal. Cada indígena debía pagar un tributo de 8 pesos anuales deducido de un trabajo de libre contratación y además se prohibía a los encomenderos entrar en los pueblos de indios. La tasa fue, como es natural, fuertemente resistida por los encomenderos, que veían en ella su completa ruina. El nuevo gobernador de Chile, Alonso de Sotomayor, derogó la Tasa de Gamboa, volviendo a la Tasa de Santillán, aunque modificada notablemente. Asimismo, “Las ordenanzas de Alonso de Ribera” (1603) volvieron a cambiarla al suavizar el régimen del servicio personal, estableciendo turnos de trabajo separados por largos períodos de tiempo que los naturales podían dedicar al trabajo libre y voluntario. Posteriormente, y aún cuando el virrey del Perú suprimió el servicio personal de los indios, el gobernador García Ramón mantuvo la “Tasa de Ribera”. Poco después de iniciada la “Guerra Defensiva” y de acuerdo con sus fundamentos, el Virrey Príncipe de Esquilache dictó en 1620 una nueva ordenanza, que lleva el nombre de “Tasa de Esquilache”, siendo la única en Chile que tuvo aprobación real (por lo cual fue incorporada más tarde a la Recopilación de las Leyes de Indias). La tasa de Esquilache prohibió el trabajo obligatorio y abolía el derecho a hacer esclavos, y establecía que los indios encomendados pagasen un tributo en dinero a los encomenderos. Esta tasa, como todas las que abolían el servicio forzado, no fue aceptada por los encomenderos. La última reglamentación conocida surge debido al fracaso definitivo de la guerra defensiva y se dicta en 1635. Esta nueva ordenanza, conocida como “Tasa de Laso de la Vega”, suprimía el trabajo obligatorio y lo reemplazaba por un tributo pagable en especies ó en jornadas de trabajo.Las Mercedes de Tierra, propiedad privada del suelo: Las encomiendas no constituían derecho de propiedad sobre la tierra; ésta dependía de otra institución que se llamó la Merced de tierra, que consistía en que el gobernador, el cabildo o el propio Rey entregaba a un español la propiedad de una porción de tierra, para gozo y dominio de él y sus descendientes. La merced de tierras, que necesitaba de formalidades legales para su goce como la mensura, la toma de posesión y la confirmación real, se expresó en las ciudades y sus alrededores en forma de solares y chacras, después de ello se encontraban las estancias o haciendas. Algunas de éstas alcanzaron considerable extensión y en ellas el agraciado tenía pleno derecho de propiedad, podía trasmitirlas indefinidamente a sus herederos, enajenarlas o donarlas. Las tierras, baratas al principio, se valorizan a partir de fines del siglo XVI, cuando muchos pobladores del sur ante la amenaza de la guerra emigraron hacia el centro, aumentando la demanda.La Agricultura y La Ganadería en el Siglo XVI en Chile: La agricultura chilena nace antes de la llegada de los españoles, pues los incas, que habitaban o tenían sometida a la parte norte del país, habían creado una agricultura bastante avanzada asociada al maíz, la papa y la quinoa, el ají y otros productos. El español introdujo en el país cultivos como el trigo y árboles frutales europeos, que se adaptaron con gran facilidad, constituyendo algunos de ellos verdaderos bosques en el sur, como es el caso de las manzanas. Además trajeron al país numerosos animales domésticos y ellos dieron origen a una importante cantidad de ganado mayor y menor en el país. Importancia tuvo la introducción del caballo, de la vaca, de la oveja, del cerdo, la cabra y las gallinas, todos los cuales se adaptaron y reprodujeron rápidamente. Así el caballo, elemento fundamental en la expansión de la Conquista, ya en 1545 existía en abundancia. El vacuno fue otro producto vital por la alimentación que su carne proporcionaba al español. A fines del siglo tendrá un aumento tan considerable que su explotación llegará a ser fundamental en el siglo XVII.Comercio y Economía de Sebo y Cueros en el Siglo XVII: Ya se ha señalado que el Real Situado en el siglo XVII permitió dinamizar la economía, al aumentar el poder adquisitivo y liberar por otra parte a los agricultores de obligaciones defensivas, lo que aumentó la producción en los campos. También a fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, la aparición de plata en las minas de Potosí, transformó la economía del sur de América, y el Virreinato del Perú se convirtió en un gran productor de metales preciosos y consumidor de productos de reinos vecinos. Chile remitió hasta el Perú diversas especies que constituyeron rubros de ingresos económicos de mayor importancia. La demanda de Potosí, que trató de cubrir Chile, consistía en alimentos como cereales y frutas secas, vino y aguardiente, pero principalmente fueron los productos de la ganadería los más favorecidos: cueros, charqui, sebo(para jabones y velas), vellones (cuero curtido de carnero u oveja, con su lana), cordobanes (cueros curtidos de cabra) y jarcias (aparejos para las embarcaciones). La industria del cuero fue durante todo el siglo una industria en alza. Las curtiembres aparecieron por todas partes y cada hacienda, villa o lugar contaba con pequeños establecimientos en los cuales se procesaba el cuero, para convertirlo en cordobanes, badanas y suelas. Por último, debemos decir que el charqui constituía el alimento fundamental en los distritos mineros alejados de las regiones agrícolas y con escasa fertilidad en sus suelos. Se les remitía formando líos de buen tamaño que incluían además de las clásicas tiras secas de charqui, costillares, piernas y lomos salados. El comercio de productos ganaderos sirvió de base a las primeras grandes fortunas del Reino. Por otra parte, la posesión de las tierras donde se podía mantener el ganado dio origen a otras fortunas.Siglo XVIII: El Siglo del Trigo en Chile: Un inesperado acontecimiento cambió completamente la fisonomía agrícola de Chile a fines del siglo XVII. En 1687, ocurrió en Lima un fuerte terremoto, que destruyó esa ciudad y la vecina del Callao, junto a ello el tizón o polvillo negro apareció en las sementeras de trigo peruano produciendo una fuerte crisis. Chile asumió la tarea de satisfacer el creciente mercado limeño. Al iniciarse el siglo XVIII, entonces, Chile aparece como gran productor y exportador de trigo. Los dineros ingresados por el comercio de exportación de trigo se invertían en la adquisición de productos de consumo general que vendían los comerciantes limeños y en menor escala los chilenos, aunque el contrabando del siglo XVIII, permitió invertir en otra serie de artículos y en obras de infraestructura importante. El fenómeno de la exportación de trigo produjo en Chile otro tipo de consecuencia: fortaleció la propiedad. La extensión del cultivo a todo tipo de tierras, hizo apreciables a los ojos del agricultor hasta el más empinado cerro o la más rocosa y arenosa ribera del río. Todo fue importante, aparecieron las demasías o tierras límites de haciendas que no tenían propietario y se procuraron deslindes claros y precisos, se acabó la libertad de tráfico y de pastos, la tierra se valorizaba grandemente, las fortunas y las grandes haciendas hacen su aparición. Por otra parte, la necesidad de cuidar los terrenos hizo posible el desarrollo de un tipo especial de trabajador agrario, el inquilino, que era un arrendatario puesto por el dueño de un fundo para resguardo de sus linderos. La vida chilena de fines del siglo XVIII girará en torno a la hacienda y el trigo, que serán básicamente los elementos que más ganancias aportarán a los habitantes del territorio. En el campo se refugió la mayor parte de la población, encabezada naturalmente por el hacendado, que vivía y se preocupaba de todos los sectores que convivían en la hacienda. La hacienda colonial llevó una existencia semi aislada con muy pocos contactos con el mundo exterior. Dentro de sus límites estaba todo lo que el hombre necesitaba; el alimento se producía allí y el vestuario para los campesinos era hilado y tejido en ella. La hacienda vivió para sí; sus bienes excedentes los exportó fuera del país, cuando los caminos lo permitían. Fue la hacienda el refugio de los mestizos que ambulaban por todo el territorio rural chileno. Del mundo exterior la hacienda poco o nada recibía.El Nacimiento y Desarrollo de la Industria: La industria tuvo en Chile un desarrollo bastante lento; al principio cada cual molía su trigo y su maíz. Las primeras industrias podemos decir que las estableció el alemán Bartolomé Flores, que construyó en 1548 un molino en la falda norte del cerro Santa Lucía, y el conquistador Rodrigo de Araya, que instaló otra en la falda sur. La industria molinera fue en consecuencia la primera que se estableció en nuestro país, aumentando significativamente su número durante el siglo XVII. Debemos recordar que en todas las haciendas y estancias existían curtiembres, que servían para procesar el cuero de los animales muertos que debían exportarse. En Santiago se instalaron dos grandes curtiembres que fabricaban cordobanes, badanas, vaquetas y suelas. Por último, Alonso de Ribera estableció para las necesidades del ejército otras más. Otras industrias que se desarrollaron en Chile fueron las de jarcias, la alfarería, los ingenios de azúcar y en menor medida la industria del hierro, importante en esos momentos fueron también los obrajes de paño o fábricas de tejidos.Pero, a pesar de este importante desarrollo, a mediados del siglo XVII, la industria de telares se vino al suelo. En 1681, según informa la Real Audiencia al Rey, no existían en Chile industrias de este tipo. Las causas que originaron la caída de tan laboriosa actividad parece ser la fuga de los indios tejedores o la disminución de éstos. Durante el siglo XVIII, la incipiente industria chilena decae. Sólo los molinos y las fábricas de vinos se mantienen en pie, el resto comenzó a morir por la disminución de la mano de obra barata y, sobre todo, por la sobreproducción de mercaderías que a raíz del comercio de contrabando se experimentó en Chile.Las Artesanías: Los oficios de artesanía eran bastantes, herreros, plateros, zapateros, sastres, carpinteros y otros se agrupan en gremios. A ellos accedía una parte de la población mestiza y nativa del país y en algunos casos lograron formar patrimonio suficiente para ubicarse en una escala social intermedia. Los oficios estaban en general regulados por el Cabildo, que dentro de la ciudad era el rector de la economía ciudadana. Los artesanos chilenos eran bastante buenos, sobre todo los que en el siglo XVIII aprendieron su oficio de los maestros jesuitas.Los Impuestos: La Corona española recurrió a los impuestos para financiar los gastos de la administración colonial. Lo formaban más de cuarenta impuestos diversos. He aquí los principales.- El Quinto Real: Consistía en la percepción por parte del Rey de la quinta parte de los metales y de las piedras preciosas.- El almojarifazgo: Contribución aduanera sobre las mercaderías internadas al país o extraídas de él. La tasa de este impuesto varió a lo largo del período colonial.- La alcabala: Impuesto que se aplicaba sobre el valor de los bienes muebles o inmuebles que se transferían.- El Diezmo Eclesiástico: La décima parte de los productos agrícolas y ganaderos de cada año. Era cobrado por el Estado con la obligación de dedicar su producto al sustento de la iglesia.- Las Anatas y Medias Anatas: El 100% o el 50% de un primer sueldo anual que debían pagar los empleados públicos, la mitad antes y la mitad después de su nombramiento.- Derramas: Contribución extraordinaria solicitada por el Rey o los Gobernadores ante guerras o rebeliones. El Comercio Colonial: El Sistema de Flotas y Galeones: El comercio de España en América se estableció sobre la base de un fuerte monopolio. Desde la metrópoli se despachaban al Nuevo Mundo todas las mercaderías que los habitantes de él consumían y sólo los españoles podían hacer ese comercio. Uno de los primeros pasos dados por la Corona para asegurar el monopolio, fue la creación en 1503 de la Casa de la Contratación, organismo que estaba destinado a centralizar todas las actividades relacionadas con el comercio americano. El otro paso fue la prohibición de que los barcos españoles de comercio navegaran solos; en adelante debían hacerlo en flotas, protegidas por grandes convoyes de naves de guerra. Por último, el monopolio del comercio fue entregado con exclusividad a una sola ciudad española: Sevilla. Este sistema así organizado debía hacerse realidad a través de la navegación de las flotas. Existieron dos que hicieron el comercio con América, la llamada de la Nueva España, que recalaba en Veracruz, y la de Portobelo que terminaba su navegación en ese punto. Allí donde las naves recalaban se hacían grandes ferias, donde concurrían los comerciantes americanos a intercambiar sus productos. Chile, alejado geográficamente de Portobelo, debió, durante el imperio del sistema de flotas y galeones, depender de los comerciantes limeños, los que desde Portobelo fletaban una pequeña cantidad de naves portando sus productos, los que revendían en Chile. Este sistema encarecía absolutamente todos los productos, pues el flete era caro y los impuestos de aduana en cada país lo hacían aún más oneroso. A principios del siglo XVIII, y como consecuencia de las interminables guerras europeas en que España tomó parte, el sistema de flotas y galeones estaba en completa decadencia. España no tenía barcos de guerra que pudieran proteger a los navíos y éstos eran presa de los osados corsarios y piratas del Caribe, que infestaban los mares. La decadencia del sistema hizo crisis cuando en los primeros años del siglo XVIII, la escuadra española fue aniquilada y cuando los ingleses, en un golpe de audacia, se apoderaron de Portobelo. La Corona española debió buscar nuevos métodos de comercio que permitieron una apertura del comercio directo entre España y América. Por otra parte, la demanda de productos desde América era satisfecha muy malamente por las flotas, que además comenzaron a llegar en forma tan espaciada que se convirtieron verdaderamente en inútiles. Por otra parte, la aparición de otras formas comerciales va a alterar el monopolio de España.

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